CRUELDAD INTOLERABLE
Pocas cosas habrá moralmente tan bajas como reirse del sufrimiento ajeno. Los chistecillos que tienen por objeto ridiculizar los padecimientos del prójimo revelan siempre, sin excepción, una naturaleza enfermiza y difícilmente reconducible. Recuerdo con espanto las carcajadas de mis compañeros de hace veinticinco años cuando se contaban aquellos estúpidos chistes sobre los etíopes que morían de hambre. Me sonroja ver las fotografías de alemanes que sonríen mientras unos pobres judíos limpian la calle con sus cepillos de dientes. Me mueve a la náusea ver como una escritorzuela mal follada vomita (¡¡y se lo publican!!) una columna mofándose de las violaciones de religiosas durante “su” Guerra Civil, la del heroismo de los milicianos.
No existe calificativo que abarque mi desprecio por esta gentuza., por los que les jalean, por quienes les publican los eructos y por un país que les ha convertido en creadores de opinión y dispensadores de patentes de modernidad.
4 comentarios
cartasmarruecas -
La comparación es pertinente.
Respecto a como tomamos las curvas en España... No hay ingeniero que pueda diseñarnos un airbag a medida del morrón. Da igual. ¿Ha visto Vd la burricie que deocra a nuestros conciudadanos?. Me da asco que el voto de tantos y tantos asnos valga lo mismo que el mío. Dicen que es la grandeza de la democracia. Una mierda. Es su tumba.
ya puestos -
cartasmarruecas -
El de Hermann Tertsch tampoco se queda corto. Me parece incalificable que solo estos dos hayan salido a deguello de la Grandes. La clse periodística española, salvo excepciones, son una calaña calaña viscosa y fecal.
Saludos, Natalia.
Natalia Pastor -
Dice Muñoz Molina:
" No hace falta imaginar lo que sintieron, en los meses atroces del principio de la guerra, millares de personas al caer en manos de pandillas de milicianos, armados y casi siempre jóvenes, aunque tal vez no siempre sudorosos.
Basta consultar a historiadores fuera de toda sospecha o -ya que nos preocupa tanto la recuperación de la memoria- recuperar el testimonio de republicanos y socialistas sin tacha que vieron con horror los crímenes que se estaban cometiendo en Madrid al amparo del colapso de lalegalidad provocado por el levantamiento militar.
Y concluye:
Ni a Manuel Azaña, ni a Indalecio Prieto, ni a Arturo Barea, ni a Julián Zugazagoitia les costó nada imaginar la tragedia de tantas personas asesinadas por esas pandillas no siempre incontroladas que preferían mostrar su coraje sembrando el terror en Madrid en vez de combatiendo al enemigo en la sierra. Casi todos ellos hicieron lo poco que podían por salvar a inocentes: a Juan Negrín no le fue nada fácil evitar que asesinaran a su propio hermano fraile. Y todos ellos sabían el daño que esos crímenes estaban haciendo internacionalmente a la justa causa de un régimen legítimo asaltado por una sublevación sanguinaria e inicua. Almudena Grandes habla de exiliarse a México: cuando leemos artículos como el suyo y como tantos otros que por un lado o por otro parecen empeñados en revivir las peores intransigencias de otros tiempos, algunas personas nos sentimos cada vez más extrañas en nuestro propio país".
Más clarito,imposible