Pero tu me enseñaste, oh mi venerado maestro, tu me enseñaste a amar la verdad. Me dijiste mil veces que faltar a ella es delito aun en las materias frivolas.

El perpetrador de estos breves textos, según la información de que disponemos, es un matasanos de cierta ciudad del norte de España. Puesto que se gana el pan tratando a las mismas gentes cuya ignorancia y vicios fustiga, huelga decir que es más que celoso de su nombre y grados. Si algún dia la fortuna (y el trabajo) llegan a llenarle la bolsa de modo tal que borren su natural cobarde, habrá llegado quizá el momento de saber cuál sea su gracia.